miércoles, 26 de enero de 2011

Un día, una motivación

Hay veces que quisiera poder twittear en la calle o que de manera mental pudiera componer los tweets o las entradas de blog sin necesidad de perder la atención a mi entorno, hay muchas veces en que pienso que la creatividad me llega justo cuando estoy caminando por estas oscuras calles de la ciudad, sintiendo esa brisa nocturna y fresca en la cara, pero en fin, tendré que conformarme con llegar a mi hogar y aprovechar un teclado de verdad y un vaso de agua para traer a la mente todas aquellas experiencias de hace unos momentos.

Llevaba rato de no viajar por la ciudad así, caminando, solo, disfrutando mi soledad, pero lo mejor de todo, saliendo por un rato de este plano tecnológico javero, de sistemas, etc. y centrándome en otros aspectos que el 90% de mi vida consideraría intrascendentes, pero que de vez en cuando resulta sabroso para relajar la mente.

Es muy interesante observar a las personas mientras caminas, tratando de entrar en sus mentes, armar una historia acerca de ellos, ver como varios llevan esa cara de fastidio y las ansias de llegar al hogar, ver como para otros tantos el día apenas comienza, y algunos como es que la vida simplemente los lleva, un simple ir y venir, en una existencia monótona y vacía. A veces no me explico como podemos estar tantas personas tan interconectadas, compartiendo espacios y tiempos, pero a la vez en una situación de aislamiento absoluta, muy en el fondo no me molesta ya que a final de cuentas mi fuerte no son las relaciones interpersonales, pero hay veces que me da mucha curiosidad como es que mi simple presencia podría alterar el destino de otras personas, desde el simple hecho de un empujón discreto a la hora de abordar el metrobus, una mirada hostil, el humor saliendo de la axila de alguien mas.

Como que hoy fue un día de mi reconexión al mundo, donde escapé por un rato de mi y mi entorno inmediato, para experimentar y convivir con lo que tengo alrededor.

Y todo esto motivado por un agente externo, podría llamarlo cita, una salida, pero simplemente fue un café, y desató una serie de sucesos que no llegan a ser muy comunes. Tengo la costumbre de arreglarme una vez al día, a menos que sea una ocasión demasiado especial o formal, mi estilo es el pandroso definitivamente, no tengo porque fingir mi apariencia, un traje bonito solo oculta tu idiotez hasta el momento que abres el hocico, y soy de los que prefieren ser subestimado de primera intención, hasta que dichas personas se dan cuenta de las capacidades de uno. En fin, esa es plática para otra ocasión, el caso es, que por hoy me arreglé, cambié mi look laboral pandroso por mi look más formal.

La verdadera razón por la que lo hice es un poco incierta, a veces ni yo mismo entiendo mis emociones o impulsos, pero trataré de explicarlo con las escazas palabras que me otorga el lenguaje escrito. Conozco a una niña, no podría decir que estoy enamorado de ella, pero tampoco puedo decir que me es intrascendente, no puedo decir que me gusta, para mi el gusto siempre ha sido una emoción muy engañosa, te puede gustar un bistec muy jugoso, pero cuando acabas de comer abundantemente es difícil que quieras saber de él, los gustos están muy casados con tu humor y la situación en que te encuentras en el momento, un día puedes amanecer pensando en una niña y gustándote apasionadamente, y otro día te levantas de malas y no quieres saber de ella. No, ella no me gusta definitivamente, no de esa manera, no podría tenerla en esa categoría donde todo está sujeto a mis hormonas, mi estado de ánimo o simplemente a un capricho.

Describirla entonces se vuelve complicado, transmitir ese sentimiento es todavía más cercano a lo imposible, la percibo más como una fuente de inspiración, en cierto modo una musa y una persona a la que admiro, hemos cruzado conversación muy poco tiempo, pero hay detalles y características en ella muy ocultas a cualquier otro ojo pero que yo las encuentro destacables. Es curioso, nuestros destinos seguramente caminan por senderos bastante separados, probablemente por su mente no pase nada de esto, pero por lo menos modifica mi conducta, altera mis pensamientos, y me hace sentir bien. Me recuerda a mí en algunos aspectos (recordar? eso implica que ya no soy así?), me sorprende sus momentos de fortaleza, pero a la vez me reconforta saberla frágil como damisela, y tener esos escazos segundos para comfortarla, veladamente protegerla y hacerla sentir seguridad. Amarla? no lo sé, pero me motiva a sacar lo mejor de mí, sin dejar de ser yo y sin querer sobresalir en lo que soy.

Podría decirle todo esto, pero no es el momento, ni la forma, como bien dije, cada quien va por su sendero, cuando nos cruzamos ocasionalmente la verdad es que por lo menos para mí es una experiencia única, por desgracia nuestros senderos se separarán un buen tramo de tiempo, ella vivirá su vida, y yo estaré luchando de este lado, así pasan las cosas, pero por mientras, puedo quedarme con la satisfacción y el eterno agradecimiento de haber compartido con ella un día como hoy.

0 comentarios:

Publicar un comentario