lunes, 16 de agosto de 2010

Masacre en ambulancias

Estoy en el elevador de un hotel, junto conmigo la hostess del mismo, y una serie de desconocidos sin importancia. Ella y yo platicamos, reímos, la pasamos bien, salimos del elevador, la gente ya no está.

Estamos en un hall muy grande, el techo es como un domo geodésico, mucha vegetación, agua. Caminamos a unas escalinatas, le hago una pregunta incómoda a la hostess, si venía de otro país, si era nativa de ahí y si vivía sola, se ofende, me mira despectivamente y menciona que la he decepcionado. Sin darle importancia observo con detenimiento las escalinatas, hay gente dormida, con cobijas. Como huéspedes del hotel que se hartaron del cuarto, un par de personas con razgos españoles de un lado, una familia de cinco del otro, observo el piso a los pies de la escalinata, otras tantas personas, acostadas también, compañeros de la escuela.

Un periódico en la escalinata, lo tomo, no lo puedo leer pero se que habla de una familia que pudo huir exiliada de otro país, gracias a la ayuda del consulado. Esa misma familia se encuentra acostada en la escalinata a mis pies.

Siguiente escena, tres paramédicos, dos ambulancias, se escuchan disparos, el primer paramédico cae incado, la puerta de una ambulancia se salpica de sangre, otro disparo, el mismo paramédico bañado en sangre a la manera de Kill Bill y cae al piso muerto. El segundo paramédico salpicado en sangre arroja las llaves de manera agresiva al agresor, el cual está fuera de la vista, el tercer paramédico graba todo con su celular, instantes después el segundo paramédico cae muerto bañado en sangre también, el tercero deja caer la cámara, más disparos, silencio, oscuridad.

Regreso al hall del hotel, platico con la familia de exiliados, se quejan de la aburrición de Estados Unidos, platico de mis experiencias en San Antonio, de Fiesta Texas, schlitterbahn, las idas a pescar.

El escenario cambia a un estacionamiento techado, colores azulados, iluminación pobre, mucha humedad, una voz en off se queja de que las lanchas remolcadas no pueden ser estacionadas en un estacionamiento normal, replico que ese problema nunca me ha pasado a mi. Veo la silueta de una camioneta remolcando una lancha reflejarse en la pared justo frente a mí.

Cambio de nuevo, nuevamente la escena de las ambulancias, todo igual, pero en cámara lenta, veo como cae de nuevo el primer paramédico, con expresión entre sorpresa y sufrimiento, mientras el tercero prepara su cámara.

Despierto, mi cabeza fuera de la almohada, cubierto completamente por las cobijas, bañado en sudor. Vuelvo a soñar, por esforzarme en recordar este sueño, no recuerdo el último